Durante cuatro semanas he estado acompañando a una maravillosa mujer en un taller para hablar en público.
Ha sido un trabajo intenso de ir para adentro, conectar con el cuerpo, encontrar los miedos y resistencias y las fortalezas.
Hemos explorado deseos, anhelos, recuerdos, barreras. 4 semanas intensas de mucho trabajo personal, de tomar consciencia, aprender herramientas y resolver conflictos internos.
Estábamos trabajando con una frase potente, que significa mucho para ella, para su vida y su futuro. Le dije “Tómate tu tiempo. Tienes derecho a tomarte tu tiempo” su cara cambió la expresión, sus ojos se abrieron como grandes ventanales en una casa cerca del mar. Se quedó muy callada un tiempo y contestó:
“Nadie me habia dicho que tenía derecho a
tomarme mi tiempo”.
Ya. Nadie nos dice que podemos parar, respirar y decidir cuándo, cómo, qué. En este mundo en el que todo es para YA no hay espacio para reflexionar, para averiguar cómo nos sentimos, para dejar que la frase recorra nuestro cuerpo, se situe y deje salir verdad.
Tomarnos nuestro tiempo tiene mucho que ver con ocupar el espacio. No queremos ser invasivas, no queremos que la gente tenga que esperarnos, sentimos que nos estamos quedando con algo que no es nuestro.
Rapidito y sin molestar a nadie.
Pequeñas, invisibles, donde nadie nos vea.
Ser auténtica requiere de tiempos largos, espacios grandes y es esencial que nos tomemos tiempo para expresarnos en libertad y con sinceridad.
Si nadie te lo había dicho hasta ahora ya te lo digo yo para que te lo repitas siempre que lo necesites: tienes todo el derecho del mundo a tomarte tu tiempo.
Tu tiempo es tuyo.